Desde hace tiempo, los pen drives USB han copado el mercado, mostrándose como una interesante alternativa frente a los discos duros externos. Pero éstos también contraatacaron, reduciendo su tamaño y permitiendo su alimentación por USB.
Hace mucho tiempo, rara vez el usuario común necesitaba de un medio de almacenamiento externo con capacidad superior a los modestos 1,44 MB ofrecidos por los disquetes de 3,5 pulgadas. Por el contrario, esta capacidad era más que suficiente teniendo en cuenta que pocos archivos se trabajaban con la PC más que simples documentos de texto o planillas de cálculo; los más arriesgados podían trabajar con imágenes de mapas de bits o bien aprovechar la tecnología de compresión JPEG, pero normalmente no se pasaba mucho más de eso.
El problema del espacio
Tiempo más tarde, con el auge de lo que se denomina "multimedia", la PC adquirió habilidades sumamente interesantes, entre las cuales estaba la posibilidad de reproducir música. El formato MP3 fue partícipe del primer indicio masivo de que los disquetes ya no alcanzaban: para almacenar un mero tema musical se necesitaban, cuando menos, dos unidades. Asimismo, profesionales como los diseñadores gráficos comenzaron a notar las limitaciones del disquete, dado que en su trabajo empleaban archivos de decenas de megabytes.
Por todo esto, se crearon varios medios de almacenamiento portátil de alta capacidad, como el famoso Zip de Iomega, pero lo que verdaderamente tuvo éxito fue el disco compacto regrabable (CD-RW). En su momento, 650 MB de capacidad era algo enorme, aunque claro, presentaba el problema de no ser flexible a la hora de actualizar su contenido (era necesario un procedimiento especial para realizar la grabación, y obviamente hacía falta tener en el equipo una no muy accesible grabadora).
Flash y discos duros: la solución
Allá por el año 2002, IBM lanzó un curioso dispositivo que planeaba ser el reemplazo definitivo del cada vez más molesto disquete: se trataba de una memoria Flash que podía ser reescrita cientos de miles de veces, con una capacidad de 8 MB y una cómoda interfaz USB. Asimismo, otros fabricantes presentaron sus discos duros externos, que en verdad no eran más que discos internos con una carcasa especial, un traductor de IDE a USB y una fuente de alimentación.
Estas primeras aproximaciones, que realmente no eran del todo prácticas (por la baja capacidad de la Flash y la "aparatosidad" del disco duro) son la base de lo que hoy denominamos almacenamiento externo.
Cada tecnología siempre tuvo sus ventajas y sus desventajas, pero en los últimos años han progresado de una manera notoria, a tal punto que hoy las cosas son bien diferentes a las de unos pocos meses atrás.
Hay que esperar y ser paciente, pero en lo personal creo que los discos duros ya tienen sus "días contados"...
Fuente: LatinHardware.com
Almacenamiento externo: discos duros vs. memorias Flash USB
Etiquetas: Artículos, Informática, Tecnología
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